La frase se utiliza para referirse a engaños y mentiras; podría tener su origen en la era precolombina
Dentro del folclor mexicano se encuentra un amplio léxico con el que se interactúa cotidianamente. En el día a día es común escuchar frases cuyo significado literal nada tiene que ver con lo que realmente se está queriendo decir. Una de esas frases es “dar atole con el dedo”.
Los dichos y refranes son parte fundamental del español de México. Las frases de uso popular se han ido transmitiendo a través de los años y las generaciones, haciendo que poco a poco se pierda el saber de su origen; sólo queda su uso por costumbres.
“Dar atole con el dedo” es una expresión utilizada comúnmente para referirse a engaños; intentar engañar o prometer algo que se sabe no será cumplido. Por su parte, hay quien entre lo popular lo define como “dar probaditas” de algo para mantener entretenidas a las personas. Generalmente se usa para referirse a quienes buscan o intentan aprovecharse de otros.
De acuerdo con el libro Así hablan los mexicanos: diccionario básico de mexicanismos de Jorge Mejía Prieto, “dar atole con el dedo” significa: “engañar a alguien, engatusarle con palabras melosas. La frase procede de la costumbre que tienen las nodrizas de mojar uno de sus dedos en leche o en atole, y colocarlo en la boca del niño para calmar sus lloros mientras llega la hora de darle pecho”.
Sin embargo, a estas alturas faltaría definir qué es atole. De acuerdo con el mismo diccionario, atole es “una bebida muy usual en México y en otros países de América Latina, hecha de harina de maíz disuelta en agua o leche y hervida”. Viene del náhuatl atl: agua, y táoli: maíz molido).
En cuanto a cómo esta frase se extendió al grueso de la población, de acuerdo con la maestra Beatriz Ramírez Woolrich, investigadora de la UNAM, fue gracias al uso de maíz desde la época precolombina. La antropóloga sostiene que los tamales eran preparados como un agradecimiento a la fertilidad de la tierra; su elaboración era colectiva en eventos sociales u ofrendas a los muertos.
Sostiene que, desde hace siglos, en México se han dado tamales y atole como un placebo, pues cuando la gente estaba ansiosa por la falta de lluvia, les daban atole y tamales para calmarlos; “atole con el dedo”.
En ambas explicaciones, tanto la de Mejía Prieto, como la de Ramírez Woolrich, se trata de una práctica para provocar calma en quien se aplique, por medio de pequeños incentivos; en las explicaciones son estímulos comestibles mientras que en el uso cotidiano de la expresión se tratan de acicates verbales o materiales.
Por otro lado, en la actualidad la expresión se remite a la política, al estar relacionada con los engaños. Tiene similitudes con la frase “dar gato por liebre” utilizada para referirse a dar una cosa de menor calidad o categoría, sea material o inmaterial, en lugar de otra.
Las más de dos interpretaciones que tienen los mexicanismos permiten que sean utilizados en diferentes contextos y situaciones, haciendo que su uso se diversifique y extienda. Para el caso de “dar atole con el dedo”, puede usarse cuando se cree que no se está dando la versión completa de alguna historia o informe; cuando los cambios prometidos resultan no ser lo esperado; cuando se prometen cosas que no llegarán o cuando se dice algo para no revelar lo que hay de fondo.
La expresión, incluso, ha sido utilizada en la literatura novohispana, como en la primera novela hispanoamericana escrita por José Joaquín Fernández de Lizardi en 1816, El Periquillo Sarniento: “Bonito yo para que me den atole con el dedo”.