El día de ayer apareció en redes sociales un libelo infamatorio denominado “morena sigue siendo la esperanza de México”. Este texto, como todos los panfletos, carece de fecha, lugar, responsable de emisión, y en especial, de un verdadero sentido propositivo.
El documento en cuestión, cita osadamente como firmantes, a un grupo de legisladores, cuyo deslinde mayoritario no se hizo esperar.
El “discurso central”, no resulta apto para la inteligencia democrática pues descansa en tres frágiles bloques contrapuestos. Veamos, la primera parte es generosa en descalificaciones, la parte central defiende y alienta una gestión que nunca existió, y la tercera, es una falsa apelación a la unidad.
“Morena … ha vivido durante los dos últimos años, su mayor momento de conflicto e inmovilización”.
Morena es un partido político, que ha unido los esfuerzos, la esperanza e ilusiones de los ciudadanos con el objetivo de obtener el poder publico para implementar programas que favorezcan a su población. Los últimos dos años (2018 y 2019) fueron prolíficos en triunfos históricos que México habrá de recordar. Encontramos como figuras emblemáticas y preponderantes, al presidente de la república, y a quién le sucediera en el cargo como presidenta en funciones del Comité Ejecutivo Nacional del partido.
No resultará ocioso recordar que TODOS los cargos que ahora ostentan militantes y externos que participaron por la alianza “juntos haremos historia” están íntimamente ligados a la “inmovilización” de la dirigencia repudiada.
“Cuando al fin se logró emitir una convocatoria y realizar un gran porcentaje de asambleas distritales, la irresponsabilidad se hizo presente y comenzó a judicializarse el proceso”.
Estas palabras, repetidas hasta el cansancio por Bertha Luján Uranga, son el extremo de un cinismo enfermizo: el 60 % de las asambleas fueron impugnadas y un alto porcentaje no se realizaron sencillamente porque más de la mitad de la militancia no se encontraba en un padrón que previamente había sido secuestrado por el anterior secretario de organización, afín a la misma Bertha Luján.
“ … erróneamente hemos abierto la puerta de nuestros asuntos internos al
Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF)”.
Los asuntos internos de Morena le competen a su legítimo dueño que es el pueblo de México, y como parte del mismo, a los propios afiliados del partido. La Comisión Nacional de Honestidad y Justicia (CNHJ) de Morena, ha terminado por ser una sucursal del Consejo Nacional y esa parcialidad ha orientado a la militancia a buscar justicia en otras instancias creadas específicamente para ese propósito: “El (TEPJF) es un órgano especializado del Poder Judicial de la Federación, encargado de resolver controversias en materia electoral y proteger los derechos político-electorales de los ciudadanos”.
El peor ejemplo de impunidad propiciado por la (CNHJ) es la sentencia esperada por todo el país -que nunca llega- en contra de Bertha Luján, al haber cometido un escandaloso fraude contra Morena que fuera descubierto por el propio TEPJF. México aguarda su expulsión.
“Se reconfiguró por unanimidad el Comité Ejecutivo Nacional, nombrando como presidente “interino” (figura que no aparece en el estatuto) a Alfonso Ramírez Cuéllar y a diversos compañeros y compañeras en las Secretarías que estaban vacantes”.
El Congreso (ilegal, en concepto de muchos) eligió como candidato único a un “planchado” Alfonso Ramírez, y secretarías -que NO estaban vacantes-, por un periodo que hubo terminado el 26 de julio pasado. El mandato fue exclusivamente para que coordinaran la renovación de las dirigencias. Deliberadamente decidieron NO hacer nada. Esto sí es cierto, 2020 ha sido un año de inmovilización perversa.
La llegada de Ramírez Cuéllar, elegido abiertamente por Bertha Luján, despertó una ola de indignación entre la militancia más politizada del partido. La razón era muy simple, Ramírez en el PRD fue siempre un furibundo adversario del presidente. En épocas recientes lo ha enfatizado como presidente de la comisión de Presupuesto y Cuenta Pública en la cámara de diputados, al buscar modificar los presupuestos recibidos. Desde Morena ha buscado “luces” con ocurrencias grotescas contrarias al proyecto de nación. Siempre le han tenido que “corregir la plana” resultando una rémora para el partido.
“Consideramos necesario abrir un espacio de diálogo político, sin exclusiones, donde en coordinación con los órganos internos, comencemos un proceso de reconciliación y fortalecimiento de Morena rumbo a la elección de 2021”.
Primero, se deben elegir los órganos internos bajo un esquema democrático. La sugerencia en la aplicación del método de encuesta realizada hace un año por el presidente Andrés Manuel López Obrador tenía una fuerte carga de experiencia y comprensión. Todos la aceptaron, a excepción de Bertha Luján quien no entendió que el partido estaba por encima de sus intereses personales. Sí, un año de inacción de las dirigencias ante el desconsuelo de la militancia.
En el mes de enero pasado, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación hizo suya la propuesta de la encuesta, sin embargo, también incorporó que esta fuera abierta a la ciudadanía por una razón irrebatible; ¿quién conforma la militancia de Morena sin tener un padrón confiable? Resulta imposible hacer una encuesta cerrada a la militancia porque una vez más se violarían los derechos políticos de los afiliados.
La necesaria unidad y reconciliación surgirá entre toda la militancia de Morena cuando sus miembros se sientan respetados con señales de igualdad.
El término fatal para el cumplimiento de la sentencia es el 31 de agosto de 2020.
Los plagiarios de Morena apelan al “nacionalismo”, la amenaza y la descalificación para defender lo que consideran de su propiedad.
“La ingratitud es hija de la soberbia”