José María Morelos y Pavón eligió a Chilpancingo como sede del Primer Congreso de Anáhuac, que significó la concreción de un gobierno emanado de la propia insurgencia y representativo de la legitimidad de la lucha por la Independencia de México.
El 13 de septiembre de 1813 el Congreso se reunió por primera vez en la parroquia de Santa María de la Asunción en Chilpancingo, Guerrero. Ahí se redactó el Acta de elección del primer diputado del Congreso de Chilpancingo y el 14 de septiembre Morelos presentó Los Sentimientos de la Nación, síntesis de los lineamientos de la Constitución que habría de formular el Congreso, entre ellos: que América es libre e independiente de España y de cualquier otra Nación; que la soberanía dimana del pueblo; y que las leyes deben lograr que se “modere la opulencia, de tal suerte que se aumente el jornal del pobre”, en la óptica de la refundación del pacto social que habría de lograr el nacimiento de México.
El Congreso de Anáhuac, también llamado Congreso de Chilpancingo, fue el primer congreso político mexicano independiente, libre de la intervención española, y aunque en la historia trascendió más el profundo manifiesto Los Sentimientos de la Nación de Morelos, es oportuno recordar y dar sentido a los testimonios de este acto paradigmático, en recuerdo de uno de sus protagonistas, el diputado suplente del congreso y también historiador Carlos María Bustamante, que en su “adición de 1843” a su obra Cuadro histórico de la revolución mexicana (1823), recuperó el expediente del proceso y la contribución de este hito a la liberación nacional:
- La soberanía reside esencialmente en los pueblos.
“La relación que acabo de hacer denota claramente el barullo que se formó en Chilpantzingo por los militares excitados por el maléfico genio del Dr. Velasco; por esto sin duda, el Sr. Morelos no pronunció en el acto de la instalación del congreso la oración que tenía preparada, la que he encontrado original en la segunda carpeta de documentos de la causa del general D. Ignacio Rayón, que a la letra dice: “Señor.— Nuestros enemigos se han empeñado en manifestarnos hasta el grado de evidencia ciertas verdades importantes que nosotros ignorábamos, pero que procuró ocultarnos cuidadosamente el despotismo del gobierno, bajo cuyo yugo hemos vivido oprimidos: tales son… Que la soberanía reside esencialmente en los pueblos… Que, transmitida a los monarcas, por ausencia, muerte o cautividad de éstos, refluye hacia aquellos… Que son libres para reformar sus instituciones políticas siempre que les convenga…”
2. Que Europa debe ser congruente con los principios liberales que promulga.
“Que ningún pueblo tiene derecho para sojuzgar a otro si no procede una agresión injusta. ¿Y podrá la Europa, principalmente la España, echar en cara a la América como una rebeldía este sacudimiento generoso que ha hecho para lanzar de su seno a los que al mismo tiempo que decantan y proclaman la justicia de estos principios liberales, intentan sojuzgarla tornándola a una esclavitud más ominosa que la pasada de tres siglos? ¿Podrán nuestros enemigos ponerse en contradicción consigo mismos, y calificar de injustos los principios con que canonizan de santa, justa y necesaria su actual revolución contra el emperador de los franceses? ¡Ay! Por desgracia obran de este modo escandaloso, y a una serie de atropellamientos, injusticias y atrocidades, añaden esta inconsecuencia para poner colmo a su inmoralidad y audacia”.
3. Morir o salvar a la Patria.
“¿Quién no registra entre el polvo de nuestros campos de batalla el resto venerable de algún amigo, hermano o deudo? ¿Quién, el que en la soledad de la noche no ve su cara imagen, y oye sus acentos lúgubres con que clama por la venganza de sus asesinos? ¡Manes de las Cruces, de Aculco, Guanajuato y Calderón, de Zitácuaro y Cuautla! ¡Manes de Hidalgo y Allende, que apenas acierto a pronunciar, y que jamás pronunciaré sin respeto, vosotros sois testigos de nuestro llanto! ¡Vosotros que sin duda presidís esta augusta asamblea meciéndoos plácidos en derredor de ella… recibid a par que nuestras lágrimas, el más 69 solemne voto que a presencia vuestra hacemos en este día de morir o salvar la patria… Morir o salvar la patria… déjeseme repetirlo… Estamos, señor, metidos en la lucha más terrible que han visto las edades de este continente; pende de nuestro valor y de la sabiduría de V.M. la suerte de siete millones de americanos comprometidos en nuestra honradez y valentía; ellos se ven colocados entre la libertad y la servidumbre; ¿decid ahora si es empresa ardua la que acometimos y tenemos entre manos? Por todas partes se nos suscitan enemigos que no se detienen en los medios de hostilizarnos, aun los más reprobados por el derecho de gentes, como consigan nuestra reducción y esclavitud. El veneno, el fuego, el hierro, la perfidia, la cábala, la calumnia; tales son las baterías que nos asestan, y con que nos hacen la guerra más cruda y ominosa”.
4. Fin a las cadenas que implicaron la servidumbre de México Tenochtitlán.
“Las plumas, pues, que nos cobijen, serán las leyes protectoras de nuestra seguridad; sus garras terribles los ejércitos ordenados en buena disciplina; sus ojos perspicaces, vuestra sabiduría que todo lo penetre y anticipe. ¡Día grande! Fausto y venturoso día es este, en que el sol alumbra con luz más pura, y aún parece que en su esplendor muestra regocijo en alegrarnos. ¡Genios de Moctehuzoma, de Cacamatzin, de Cuauhtimotzin, de Xicotencatl y de Cantzonzi, celebrad, como celebrasteis el mitote en que fuisteis acometidos por la pérfida espada de Alvarado, este dichoso instante en que vuestros hijos se han reunido para vengar vuestros desafueros y ultrajes, y librarse de las garras de la tiranía y fanatismo 71 que los iba a sorber para siempre! Al 12 de agosto de 1521, sucedió el 14 de septiembre de 1813. En aquel se apretaron las cadenas de nuestra servidumbre en México Tenoxtitlán, en este se rompen para siempre en el venturoso pueblo de Chilpantzingo”.
En este Congreso fundacional convocado por el cura Morelos participaron: Ignacio López Rayón, diputado por la provincia de Guadalajara; José Sixto Verduzco, diputado por la provincia de Valladolid; José María Liceaga, diputado por la provincia de Guanajuato; José María Murguía, diputado por la provincia de Oaxaca; José Manuel Herrera, diputado por la provincia de Tecpan; Andrés Quintana Roo, diputado suplente por la provincia de Puebla; Carlos María Bustamante, diputado suplente por la provincia de México; José María de Cos, diputado suplente por la provincia de Veracruz.
“Morir o salvar la patria”, fue su legado que nos pertenece y permanece.