Redacción

Mientras los sistemas agropecuarios y alimentarios de toda América Latina y el Caribe se recuperan del impacto de la pandemia de COVID-19, los responsables de políticas públicas deben trabajar con miras a desplegar el enorme potencial que tiene el sector para impulsar el crecimiento sostenible e inclusivo durante las próximas décadas, de acuerdo con un nuevo informe del Banco Mundial.

El sector agropecuario de América Latina y el Caribe (ALC) juega un papel fundamental en la producción de alimentos y servicios ecosistémicos que benefician no solo a la región sino a todo el planeta. Hoy en día, millones de productores rurales de toda la región intentan sobreponerse al impacto de la crisis sanitaria mundial, la desaceleración económica, fenómenos climáticos sin precedentes y una crisis migratoria agobiante. Se necesitan reformas para que el sector juegue un papel cada vez más importante en la recuperación regional de la crisis de COVID-19, la erradicación de la pobreza extrema y la promoción de la prosperidad compartida, de acuerdo con Panoramas Alimentarios Futuros: Reimaginando la Agricultura en América Latina y el Caribe.

“La crisis de la pandemia nos lleva a repensar el futuro de América Latina”, dijo el vicepresidente para América Latina y el Caribe del Banco Mundial, Carlos Felipe Jaramillo. “Necesitamos un sector agrícola que pueda satisfacer las crecientes necesidades alimentarias de la región y el mundo en general, y evitar al mismo tiempo mayores daños al medio ambiente. Con mejores políticas y nuevas tecnologías, los sistemas agroalimentarios de la región pueden hacer una mayor contribución al crecimiento, la reducción de la pobreza y la seguridad alimentaria y nutricional “.

La agricultura es importante para muchas de las economías regionales, ya que representa entre el 5 y el 18 por ciento del PIB en 20 países de América Latina y el Caribe, y una proporción aún mayor si se tiene en cuenta la contribución más amplia de todos los sistemas alimentarios. Sin embargo, y a pesar de una historia de éxitos, la agricultura en la región tiene un desempeño bajo. Sus notables logros, reflejados en una producción creciente y mayores exportaciones netas, llegaron a costa de daños ambientales y de salud significativos. Es particularmente importante proteger la riqueza ambiental de la región y prestar atención a la calidad y seguridad de los alimentos, así como la seguridad nutricional.

“América Latina y el Caribe es el granero y los pulmones del mundo”, dijo Michael Morris, economista principal en Agricultura del Banco Mundial y jefe del equipo que redactó el informe. “Pero el desafío es asegurar que siga jugando estos roles. Los diseñadores de políticas deben centrarse en reducir las ineficiencias del mercado, desarrollar las capacidades humanas e institucionales, estar preparados ante riesgos catastróficos y aprovechar las oportunidades incipientes, mientras se contemplan reformas transformadoras, como hacer que los sistemas agroalimentarios sean neutros en carbono”.

El informe subraya veinte propuestas que podrían ayudar a destrabar el vasto potencial de la agricultura y los sistemas alimentarios de la región. Algunas de estas propuestas merecen atención prioritaria ya que su éxito está asegurado. Como ejemplos de propuestas “sin arrepentimiento” se incluyen medidas que apuntan a modernizar la infraestructura agrologística (incluida la tecnología de información y comunicación), mejorar la capacitación de los trabajadores de los sistemas agropecuarios y alimentarios, hacer que los sistemas agropecuarios y alimentarios sean climáticamente inteligentes y profundizar los mercados financieros rurales. También se mencionan otras propuestas clave para mitigar los riesgos y desarrollar la capacidad de resiliencia de cara a amenazas múltiples que van desde cambio climático, presiones demográficas, enfermedades zoonóticas y otros desastres y trastornos negativos.

Un segundo grupo de propuestas son de naturaleza más estratégica, ofreciendo una gama de opciones que los diseñadores de políticas pueden usar para atender los distintos desafíos que enfrentan la agricultura y los sistemas alimentarios en la región. A medida que el ritmo de cambio tecnológico se acelera, una serie de reformas políticas e inversiones de respaldo pueden colocar a los productores, procesadores y distribuidores de alimentos de la región en un lugar ideal para aprovechar las oportunidades que surgen. Ejemplos de esto incluyen a las nuevas tecnologías climáticamente inteligentes o apoyo para el desarrollo de alimentos y nutracéuticos biofortificados. En términos aún más ambiciosos, hay medidas que tienen el potencial de transformar profundamente los sistemas agropecuarios y alimentarios, por ejemplo, desligando todo apoyo a la producción agropecuaria de la producción de bienes específicos, o combatiendo el cambio climático mediante el compromiso con una completa neutralidad de carbono.

Las medidas propuestas en el informe pueden ayudar a garantizar la viabilidad a largo plazo de la capacidad de producir alimentos y la sostenibilidad del medio ambiente natural, del cual depende todo tipo de actividad agropecuaria y la vida en general. Las prácticas actuales deben ser reemplazadas por modelos superiores que aumenten la producción, fortalezcan los servicios ecosistémicos y mejoren la resiliencia ante el clima de forma inclusiva. Si los diseñadores de políticas de América Latina y el Caribe logran estar a la altura de este desafío, los sistemas agropecuarios y alimentarios de la región tendrán una influencia decisiva sobre el devenir no solo de la región, sino del planeta entero. El futuro de estos sistemas es demasiado importante como para dejarlo librado al azar.