Redacción

El estrés, sobre todo si es prolongado, puede repercutir muy negativamente en nuestra calidad de vida y en nuestra salud. Y es que está bastante comprobado que mantener unos niveles elevados de estrés eleva la tensión arterial, puede provocar problemas cardiacos, nos hace más propensos a la diabetes, altera el sueño, puede ocasionar problemas de ansiedad y depresión, problemas en la piel… y un largo etcétera. En casos no tan excepcionales puede provocar incluso un tipo de parálisis facial idiopática, la conocida como parálisis de Bell, que suele ser temporal si se trata a tiempo y que produce la paralización de los músculos de un lado de la cara.

¿Qué es la parálisis de facial y qué causa?

La parálisis de Bell afecta a 25 personas de casa 100 mil al año y tiene lugar cuando, de manera repentina se debilitan e incluso se paralizan los nervios de un lado de la cara (en raras ocasiones afecta a los dos lados). Como consecuencia, un lado de la cara queda caída, uno de los ojos no cierra por completo y se producen otros síntomas como babeo, pérdida del gusto, dolor de mandíbula o dentro o detrás de la oreja o lagrimeo, entre otros.

Aunque no se conoce con exactitud la causa, se cree que es resultado de la hinchazón e inflamación del nervio que controla estos músculos de un lado de la cara. Esta inflamación puede tener diversas causas, desde un tumor -lo que es poco común-, un traumatismo, otitis, la enfermedad de Lyme o infecciones varias, como herpes, mononucleosis, sarampión, paperas, etc.

También se sabe que hay factores de riesgo que predisponen a padecerla, como tener diabetes, estar embarazada, padecer migraña y la presión arterial, que se eleva significativamente por el estrés. Se cree que es precisamente el estrés una de las causas desencadenantes porque afecta a gente joven, especialmente de 18 a 50, y porque en la mayoría de las ocasiones no se encuentra la causa concreta que la provoca.

¿Qué pronóstico tiene? ¿Es reversible?

Aunque cualquier signo de parálisis facial (como asimetría, babeo, dificultad para sonreír…), hay que acudir al médico de manera inmediata, pues además de la parálisis de Bell, puede haber otras casus más graves, como un ictus.

Además, aunque la parálisis de Bell en la mayoría de los casos es temporal, detectarla a tiempo y actuar deprisa es imprescindible para que no queden secuelas. Si se comienza a tratar en las primeras 48 horas en entre uno y seis meses el 80% de los pacientes se habrá recuperado completamente. Cuando más tardía será la recuperación, más afectados se verá los músculos de la cara.

Así, una vez descarados otros problemas gracias a electromiogramas y pruebas de imagen, deberá comenzar el tratamiento, que constará tanto de medicamentos (como corticoides, vitamina B…) como de rehabilitación a través de fisioterapia, masajes y ejercicios en casa destinados a recuperar la simetría facial, facilitar el movimiento y estimular los nervios dañados.

Aunque es menos frecuente, si al cabo de seis meses o un año, el paciente no se ha recuperado, es probable que queden secuelas, como daños irreversibles en el nervio facial, crecimiento anormal de las fibras nerviosas que puede ocasionar la contracción involuntaria de ciertos músculos o daños en el ojo debido a la sequedad que provoca no poder cerrarlo correctamente durante mucho tiempo. Algunas de estas secuelas se pueden tratar con cirugía.

Prevenir una parálisis facial es difícil, sobre todo si tenemos otros factores de riesgo. En este caso, evitar el estrés en la medida de lo posible sería la única manera de reducir el riesgo de sufrir parálisis facial por esta causa.