Por: Jhad
“Allende el mar, Allende el viento, tú regresarás, tú nunca has muerto”
Salvador Allende es un hombre clave en la historia de Latinoamérica en el siglo XX y una personalidad relevante en el camino de la ideología de izquierda en el mundo.
Líder popular, político y revolucionario, fue electo presidente de Chile en 1970, luego de cuatro intentos, convirtiéndose en el primer mandatario marxista de occidente, elegido a través de las urnas.
Nacido el 26 de junio de 1908, en la ciudad de Santiago, Salvador perteneció a una familia de buena posición económica. Sus padres fueron Salvador Allende Castro y Laura Gossens Uribe.
Le apodaban “Chichito”, porque cuando era pequeño no podía pronunciar correctamente su nombre en diminutivo (salvadorcito). Después, al crecer, el alias se redujo a “Chicho”.
Poseedor de un fuerte carácter y practico, Allende decidió estudiar medicina en la Universidad de Chile, donde formó parte de grupos con pensamiento de izquierda -similares a los suyos-, además de reafirmar su notable convicción de servir a la gente.
Con 25 años de edad, fue nombrado primer secretario regional del partido socialista de Chile fundado en 1933. Tiempo después entró a la Logia Masónica de Chile donde pudo afianzar sus ideales y su carrera política. Alternaba el ejercicio público con su carrera médica.
En 1945 fue elegido senador, convirtiéndose en líder indiscutible del partido socialista de Chile. Desde esa tribuna participó en las tres elecciones presidenciales previas a las de 1970 sin éxito alguno. Sin embargo, ese año fue clave para sus aspiraciones políticas.
El viernes 4 de septiembre de 1970, Salvador Allende, fue postulado nuevamente como candidato de la coalición de izquierda denominada Unidad Popular, donde obtuvo el porcentaje más alto de votos para convertirse en el primer presidente del continente americano con ideología marxista.
La revolución sin fusiles había triunfado en Chile. No obstante, la radicalización política que había en el país, jamás pudo ser disipada. La tensión nunca disminuyó. La alegría no pudo ser permanente.
Durante los casi mil días en que Allende gobernó su país, lo hizo completamente acotado y vigilado por los diversos poderes fácticos, quienes vieron como sus intereses estaban en riesgo de terminarse con el régimen de “Chicho”.
En junio de 1973, el primer intento de golpe de estado fue truncado por las fuerzas armadas leales a Allende. A ese evento se le conoció como “El Tancazo”.
Tres meses después, el plan para terminar con Salvador Allende Gossens, tomó forma y fuerza. Esta vez, el golpe fue exitoso.
El 11 de septiembre de 1973, el general Augusto Pinochet solicitaba en un comunicado la entrega inmediata de su cargo a las fuerzas armadas y carabineros de Chile.
Allende se negó. Resistió junto a sus más leales colaboradores en el palacio de la Moneda, advirtiendo que moriría en el mismo lugar que el pueblo le había designado como presidente de Chile.
Antes de que el palacio fuera atacado por las huestes de Augusto Pinochet, Salvador Allende dirigió sus últimas palabras con un emotivo discurso.
Últimas palabras de Salvador Allende:
“El pueblo debe defenderse, pero no sacrificarse. El pueblo no debe dejarse arrasar ni acribillar, pero tampoco puede humillarse.
Trabajadores de mi patria: tengo fe en Chile y su destino. Superarán otros hombres este momento gris y amargo, donde la traición pretende imponerse. Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, de nuevo abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor.
¡Viva Chile! ¡Viva el pueblo! ¡Vivan los trabajadores!
Éstas son mis últimas palabras y tengo la certeza de que mi sacrificio no será en vano. Tengo la certeza de que, por lo menos, habrá una lección moral que castigará la felonía, la cobardía y la traición”.
A las dos de la tarde de ese 11 de septiembre de 1973, Salvador Allende había fallecido. La junta militar señaló que el doctor se había suicidado. Sus restos fueron enviados a la fosa común de manera clandestina.
Las contradicciones en torno a la muerte del “Chicho” fueron creciendo al paso del tiempo.
Los seguidores del líder chileno, jamás aceptaron la versión oficial, reclamando justicia al considerar que había sido asesinado.
Augusto Pinochet asumió la presidencia de Chile después del golpe de estado hasta 1990, instalando una dictadura que dejó una ola de destrucción y muerte por el país andino.
En mayo de 2011 el cuerpo Allende fue exhumado donde confirmaron la teoría inicial de que la muerte de Salvador había sido por suicidio.
Más allá del resultado, la historia se encargó de colocar a cada quien en su lugar: Allende en la gloria y a Pinochet en el infierno.
El segundo entierro de los restos de Salvador Allende se realizó en el cementerio general de Santiago en una ceremonia privada, con la certeza que ahora sí, descansan para siempre.
Su vida, su ejemplo y su legado quedan ahí, en la memoria de los pueblos de América. En sus líderes y sus legados. A 46 años de su partida, lo recordamos con respeto y cariño, Salvador “Chicho” Allende, el doctor camarada…