Por Gabriel Catelli
Existe la probabilidad de que el coronavirus se expanda por el resto del mundo y que todos lleguemos a vivir lo que es estar en una ciudad en cuarentena. Mientras tanto, les comparto la historia de mi hermano Tomás que estuvo en Roma desde el 28 de febrero hasta el 11 de marzo y tuvo contacto directo con la situación en la capital italiana.
A fines del mes anterior ya existían varios casos en el norte del país. La decisión de viajar a Roma en este periodo turbulento vino por la necesidad de tramitar unos documentos con urgencia. La llegada al aeropuerto Ciampino en el oeste de la ciudad fue sin sobresaltos. Como era de esperar, los guardias del aeropuerto lo revisaron 3 veces con cámaras infrarrojas para controlar que no presentara síntomas del virus.
Durante la primera semana de la visita, la vida diaria transcurría sin muchos percances. Ocasionalmente se veían carteles de precaución y prevención, especialmente en el transporte público. Sin embargo, en las calles ya se observaban algunas personas con máscaras. En ese entonces, los locales y centros turísticos seguían ofreciendo sus servicios y el fútbol no había sido cancelado todavía. La situación continuó de esta manera por aproximadamente una semana. El jueves se empezó a notar más tensión; más máscaras, calles menos transitadas y muy pocos turistas en los monumentos romanos.
El punto de inflexión fue el domingo 9 de marzo, cuando el gobierno decidió cerrar la mayoría de los locales públicos. Ya desde ese momento, las calles estaban vacías. Esto se agravó el lunes cuando Giuseppe Conte anunció que la cuarentena introducida para la región del norte iba a ser extendida para toda Italia. Una vista que lo impresiono fue ver la siempre concurrida plaza de San Pedro absolutamente desierta.
Desde entonces, la recomendación para todos los ciudadanos era permanecer adentro de sus casas, incluso para el trabajo, escuela y universidades. Muchos policías controlaban las calles revisando los documentos de los pocos que las transitaban.
En esos días había muy poco transporte público y los locales que permanecían abiertos tenían restricción de ingreso. Por ejemplo, el martes fue al supermercado y tuvo que hacer una fila de más de una hora ya que solo permitían 6 personas a la vez. Una vez adentro, le pidieron que se ponga guantes y que se apure. Al igual que en el transporte público, el personal de servicio estaba separado por al menos un metro de la clientela, gracias a una línea dibujada en el piso. Sin embargo, no se observaba pánico en la mayoría de los clientes. Muy poca gente recurría al sobreabastecimiento extremo que se ha observado en países como Alemania y Estados Unidos. Lo mismo sucedía en farmacias y las tabaquerías.
Viendo que la situación empeoraba de manera exponencial, Wiz air había cancelado todos sus vuelos, Tomás decidió comprar un boleto rápido para el miércoles con la aerolínea Ryan Air. Dadas las circunstancias, salió con mucha anticipación para el aeropuerto. El bus tardó mucho tiempo en pasar, pero eventualmente lo llevó a la estación de metro en la cuál había mucha presencia de militares y gente con máscaras y guantes.
Finalmente, llegó al aeropuerto Ciampino donde al principio las cosas no parecían problemáticas. La situación cambió rápidamente cuando llegó al área de seguridad, donde dividían a los viajeros entre locales y extranjeros. Cometió el error de presentar su nuevo documento italiano, por lo cual casi le niegan la salida del país ya que solo se permite la salida a locales por situaciones justificadas (por ejemplo, salud, residencia educación y trabajo).
Sin embargo, luego de mucha discusión logro convencer al guardia que su intención era de regresar a México, su lugar de residencia. Una vez adentro todos los locales estaban abiertos, daba la impresión de haber entrado a otro país. Cuando llegó la hora de abordar el vuelo, a una gran parte de los pasajeros le rechazaron el ingreso. De esta manera el vuelo iba casi vacío.
Una de las cosas que me generó más impresión a mí, y también un poco de miedo debo admitir, es que, llegando al aeropuerto de Eindhoven, Países Bajos, no se llevó a cabo ninguna revisión de temperatura. Esto resulta alarmante ya que Italia es una zona roja y el transito libre en la unión europea puede poner en peligro a todo el continente. Los casos en varios países de Europa están aumentando con el pasar de los días y es muy probable que medidas muy similares a las introducidas en Italia sean también implementadas.