Redacción

Según la Fundación Internacional de Osteoporosis (IOF), se producen más de 37 millones de fracturas por fragilidad cada año en personas mayores de 55 años, lo que equivale a 70 fracturas por minuto. Estas fracturas, que en su mayoría afectan a la cadera, columna y muñeca, no solo generan inmovilidad y dolor, sino que también impactan significativamente en la calidad de vida de los afectados, y en muchos casos pueden reducir su autonomía a largo plazo.

La osteoporosis es una enfermedad que debilita los huesos, aumentando el riesgo de fracturas. Es crucial entender que una fractura osteoporótica no es un evento aislado; de hecho, una persona que ha sufrido una fractura tiene el doble de probabilidades de sufrir una nueva fractura si no recibe tratamiento adecuado. Muchas veces, las personas subestiman la importancia de una fractura inicial, como una fractura de muñeca o de columna, considerándola solo un accidente. Sin embargo, estas fracturas son conocidas como fracturas centinela y deben ser tomadas muy en serio e indican un riesgo significativo de futuras fracturas, lo que resalta la necesidad de una evaluación más profunda, según la Sociedad Argentina de Osteoporosis (SAO).

Uno de los principales factores de riesgo en las mujeres es la menopausia, ya que la reducción de los niveles de estrógeno afecta directamente la densidad ósea. Sin embargo, los hombres no están exentos: la IOF estima que las fracturas de cadera en hombres aumentarán un 310% para 2050. Este pronóstico evidencia que la osteoporosis es un desafío que afecta a ambos géneros y requiere una atención más amplia y global. El envejecimiento, sin duda, es uno de los principales catalizadores de la osteoporosis, ya que con el tiempo los huesos pierden densidad, lo que incrementa el riesgo de fracturas.

Otro factor que agrava la situación es la sarcopenia, la pérdida de masa muscular que también acompaña al envejecimiento. La combinación de huesos debilitados y músculos más frágiles crea un escenario propenso a las caídas, que en personas con osteoporosis suelen terminar en fracturas. La prevención de caídas y el fortalecimiento de la musculatura, junto con la protección ósea, se convierten en aspectos cruciales en el manejo de esta enfermedad.

La prevención es clave para hacer frente a la osteoporosis. Adoptar una dieta equilibrada rica en calcio y vitamina D es esencial para mantener una buena salud ósea. Sin embargo, esto debe complementarse con actividad física regular. El entrenamiento de fuerza y los ejercicios de equilibrio fortalecen los huesos, mejoran la coordinación y ayudan a reducir el riesgo de caídas. Aunque parezca obvio, el sedentarismo sigue siendo uno de los grandes enemigos de la salud ósea. Según la IOF, un estilo de vida sedentario contribuye a la pérdida de masa ósea, agravando las condiciones que ya de por sí afectan a las personas mayores.

La detección temprana también juega un papel fundamental. Las pruebas de densidad mineral ósea son el método más eficaz para evaluar el estado de los huesos y deben realizarse de manera preventiva en poblaciones de alto riesgo, como mujeres postmenopáusicas y personas mayores. Estas pruebas permiten detectar la pérdida de densidad antes de que ocurran las fracturas, lo que posibilita un tratamiento más temprano y efectivo.

Es fundamental que, tras sufrir una fractura, se realice una consulta con un endocrinólogo. Aunque los traumatólogos son expertos en tratar las fracturas y restaurar la movilidad, a menudo no consideran la fragilidad ósea subyacente. La consolidación de la fractura es solo el comienzo; la verdadera atención debe enfocarse en prevenir nuevas fracturas. Por ejemplo, es muy importante que todas las personas mayores de 50 años que hayan sufrido una fractura busquen atención médica especializada.

Esto puede incluir hablar con su traumatólogo o dirigirse directamente a un endocrinólogo.

El tratamiento de la osteoporosis suele incluir medicamentos que ayudan a detener o ralentizar la pérdida de masa ósea, junto con la suplementación con calcio y vitamina D. Sin embargo, es crucial reconocer que las fracturas por osteoporosis, conocidas como fracturas por fragilidad, no son accidentes, sino una señal de alerta de huesos debilitados. Según datos de la IOF, aproximadamente la mitad de las personas que sufren una fractura osteoporótica volverán a tener otra si no reciben tratamiento adecuado. Además, el riesgo de fracturas aumenta exponencialmente con cada nueva fractura. Un dato preocupante es que, entre quienes sobreviven a una fractura de cadera, un 40% no puede caminar de forma independiente, y hasta el 33% termina viviendo en una residencia o depende completamente de otros para sus cuidados. La osteoporosis no tratada representa una carga significativa para los sistemas de salud y para las familias, debido a la necesidad de cuidados prolongados y costosos.

A nivel global, organizaciones de salud como la Fundación Internacional de Osteoporosis (IOF) destacan la importancia de un enfoque integral que combine intervenciones médicas con cambios en el estilo de vida. Incorporar actividad física regular y mantener una dieta balanceada desde edades tempranas puede marcar la diferencia en la salud de los huesos en la vejez. No se trata solo de evitar fracturas, sino de promover un envejecimiento activo y saludable.

En conclusión, el Día Mundial de la Osteoporosis busca crear conciencia sobre la enfermedad, al tiempo que promueve un enfoque preventivo y multidimensional. Con información adecuada y el apoyo de los profesionales de la salud, es posible reducir el riesgo de fracturas y mejorar la calidad de vida de las personas afectadas. Prevenir la osteoporosis no solo depende de la atención médica, sino también de decisiones diarias que nos ayuden a fortalecer nuestro cuerpo y estar preparados para los desafíos que trae consigo el envejecimiento.