Redacción

Aunado a las más de 100 mil muertes que enfrenta el país por la pandemia de Covid-19, México se encuentra paralelamente inmerso en una ola de violencia contra las mujeres, como si fuera una epidemia más, afirmó Alejandro Desfassiaux, Presidente Fundador del Consejo Nacional de Seguridad Privada, y como si eso no bastara, continúan viralizándose en redes sociales casos de delitos de género cometidos a bordo de transportes por apps, sin que se generen protocolos efectivos para revertir la problemática.

Para entender lo que sucede y cómo el Estado ha sido rebasado en este rubro, continuó el Lic. Desfassiaux, es necesario ahondar primero en las cifras, pues de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), hasta el 70 por ciento de las mujeres en México ha sufrido violencia física, sexual o ambas en algún momento de su vida. Impunidad Cero A.C., en su informe Impunidad en Homicidio Doloso y Feminicidio en México del 2020, destacó que la mitad de los asesinatos de mujeres vinculados a violencia de género, nunca se resuelven. La Red Nacional de Refugios A.C. aseguró que, de marzo a octubre de este año, creció en 55 por ciento el número de mujeres atendidas por violencia de género en México.

Además, en los últimos 3 años, se han abierto 457 carpetas de investigación contra conductores de apps de movilidad por diversos delitos, por lo que sería una buena propuesta, como se sugirió este año en el Senado de la República, implementar una pena adicional a la ya establecida, de entre 30 y 60 años de prisión por feminicidio, cuando este acto se cometa contra alguna pasajera que hizo uso de aplicaciones y plataformas informáticas para contratar el servicio privado de transporte.

“El problema ha crecido exponencialmente. Las mujeres mexicanas no han estado seguras en sus hogares como se supondría por el confinamiento, tampoco lo están en el espacio público y mucho menos en los medios de transporte que en teoría fueron diseñados para evitar este tipo de delitos”, afirmó el también Presidente de Grupo Multisistemas de Seguridad Industrial.

Muchas mujeres han optado por utilizar el servicio de transporte por apps porque consideran que podría ayudarles a reducir el riesgo de contagio al que podrían estar expuestas en el transporte colectivo y también porque creen que podrían llegar a casa sin ser víctimas de la delincuencia; sin embargo, esa falsa sensación de seguridad se desvanece cuando el conductor de Didi, Uber, Beat o Cabify comienza a cambiar la ruta del destino indicado, intenta abusar de ellas o bien inicia una charla que termina en insinuaciones de índole sexual.

Uno de los casos más recientes es el de Lucía, una chica que la semana pasada se arrojó de un Uber en movimiento en la carretera México-Pachuca, porque el conductor cambió repentinamente de ruta y se negó a retomar la indicada por el navegador. Su denuncia alcanzó en minutos a un millón y medio de personas en redes sociales y generó rápidamente una conversación de mil 400 usuarios que reportaron casos similares en todas las demás plataformas de transporte por aplicación digital. Otro de los casos fue el video recientemente viralizado por el fotoperiodista Alex Ramblas en Guanajuato, donde un chofer de Uber empezó a “auto estimularse” enfrente de la pasajera Mari, sin que las compañías que manejan dichas apps se responsabilicen por ninguna de estas agresiones.

Si bien es cierto que las empresas de movilidad digital están intentando aplicar protocolos nuevos de seguridad, como el caso de Didi que el próximo año comenzará a implementar un programa piloto en Guadalajara en el que pretende incorporar 900 videocámaras en las unidades, no son suficientes ni eficientes, pues retomando este ejemplo, dichas cámaras solo serán colocadas en caso de que los choferes estén de acuerdo con la medida.

Como usuarios, agregó Desfassiaux, debemos exigir a las trasnacionales que refuercen las medidas de seguridad para que sean obligatorias y eficientes, además de que revisen sus filtros de contratación, para que todos los conductores aprueben los controles de confianza, ya que, con el incremento de las cifras de desempleo, derivado de la pandemia, muchas personas están incursionando como chóferes en apps de movilidad, aumentando con ello el riesgo potencial de ataques a pasajeras.

El experto considera que, a pesar de que se tiene la percepción de que este tipo de apps son más seguras que el transporte público, jactándose incluso de ello en su publicidad, hasta la fecha no han podido generar ningún protocolo específico ni eficiente que garantice dicha seguridad. “Los protocolos de fondo no existen, ni se han implementado a cabalidad filtros de selección, capacitación, control de confianza; y lo peor de todo es que muchos de estos mecanismos no son obligatorios en la mayoría de los casos. Aceptan a cualquiera que pueda dar el servicio, por lo que resulta irónico que, en la época de la modernidad y el Internet, los taxistas regulares sigan teniendo mejores controles de seguridad que las apps de movilidad actuales”.

En este nuevo modelo de negocio de economía compartida que distingue a las apps de movilidad debe implementarse un protocolo eficiente que les permita tener una reacción adecuada ante cualquier eventualidad que atente contra la seguridad de las usuarias, pero sobre todo, debe existir una corresponsabilidad ante cualquier conducta inadecuada de los choferes, pues de no hacerlo, se corre el riesgo de continuar perdiendo clientes de manera acelerada, ante la cultura de la cancelación que está tan de moda hoy en día,  finalizó Alejandro Desfassiaux, Presidente Fundador del Consejo Nacional de Seguridad Privada.