Por: Jhad

Con una imagen fresca, renovada y elegante, muy parecida a la de un metrosexual, el campechano Alejandro Moreno es desde este domingo el nuevo presidente del Partido Revolucionario Institucional para el periodo 2019-2023.

Con la misión de reconstruir la imagen y prestigio del partido fundado el 4 de marzo de 1929 por Plutarco Elías Calles, Alito sustituye a Claudia Ruiz Massieu Salinas con el enorme reto de cambiarle el rostro a este instituto político.

Pese a que la elección ha sido cuestionada por los propios militantes del tricolor, el resultado no cambió, ni cambiara. Es decir, el PRI le hizo fraude al PRI. Más de lo mismo.

Así, sin grandes cambios al discurso ofrecido por sus correligionarios a lo largo de su historia, el gobernador con licencia de Campeche, dijo que, bajo sus órdenes, el PRI estará encaminado a regresar a sus orígenes, tratando de recuperar el orgullo de pertenecer al partido y así poder servir a la gente.

La oratoria es la misma, los hechos oscuros también lo son. Nadie cambia.

Ulises Ruiz, otro priista, acusó a Moreno ante la Fiscalía general de la República de mentir en su declaración tres de tres, debido a que se le encontraron propiedades cuyo costo es muy superior a sus ingresos.

Como gobernador, el saldo tampoco le es favorable. Dejó al estado de Campeche con obras inconclusas, viviendas mal hechas, dudoso manejo de los recursos federales y un crecimiento acelerado de la delincuencia organizada.

Ante esas acusaciones, que no le dejan un prestigio muy favorable, Alito no se ha manifestado y a pesar de ello, contendió y ganó la presidencia de su partido.

Por increíble que parezca, un hombre que es acusado de corrupción, dirigirá a un partido que en el sexenio pasado se distinguió por ser el mayor productor de políticos enriquecidos por esa nefasta práctica.

Nada cambia, todo es igual en el PRI. Aunque Alejandro Moreno Cárdenas quiere que su estancia al frente de ese partido marque el inicio de una nueva etapa, los hechos dicen lo contrario.

En tanto no aclare el origen de su fortuna, el porqué de sus constantes enfrentamientos con sus similares priistas y su legado negativo como gobernador de Campeche, nadie le creerá a Alito.

El país requiere una oposición fuerte y seria. ¿Podrá el PRI convertirse en esa fuerza política con la que sueña Alejandro Moreno?

Por lo pronto, habrá que observar el camino que traza el joven abogado de 44 años de edad para cambiar el rumbo de ese partido.

Elegante, fresco y renovado, casi un metrosexual, Moreno llega a dirigir al PRI para cambiarlo. Pero alguien en su sano juicio cree que eso suceda. ¿De verdad?   ¿Es en serio Alito?