Por: Jhad
“El poder afecta de una manera cierta y definida a todos los que lo ejercen”,
Ernest Hemingway
En cualquier empresa, oficina, taller o trabajo y sobretodo en la política, se puede observar que la gente que adquiere cierto poder sufre un notable cambio de personalidad, que los coloca en el umbral de la locura.
Este concepto fue creado por los griegos y se refería al pecado o defecto de la desmesura en los hombres, cuyo significado era despreciar el espacio personal de otros, así como el no tener control sobre los propios impulsos, todo esto acompañado de orgullo e ira.
A lo largo de la historia, el Síndrome de Hybris ha estado presente en infinidad de personajes públicos cuyas decisiones resultaron negativas para sus pueblos y en ocasiones graves para la humanidad misma. Ejemplos existen muchos: Adolfo Hitler, Benito Mussolini, Ronald Reagan, Carlos Salinas, entre otros.
Pero no sólo es en estas figuras mundiales donde el Síndrome de Hybris se presenta, esta patología se extiende en todos los ámbitos de la vida, dañando por igual a empresas, equipos de trabajo, familias y organizaciones sociales.
Algunas de las características de la persona que tiene la Patología del Poder son: la imprudencia, la megalomanía, el egocentrismo, la crueldad y una paranoia caracterizada por ideas fijas, obsesivas e ilógicas, narcisismo, hostilidad en el entorno, poca capacidad de autocrítica, resentidos, con baja autoestima y una infancia abrumada por el abuso.
Estos síntomas se agudizan cuando el individuo llega al poder y permanece por mucho tiempo en él, además tienen la habilidad de rodearse de incondicionales quienes nunca los contradicen, les aplauden sus errores, alejándolos de la realidad.
Las consecuencias de las acciones provocadas por la Hybris, se asocian con la falta de conocimiento de la historia, exceso de confianza y carencia de humildad en el individuo.
Este síndrome de personalidad, ha sido y seguirá siendo un grave problema en cualquier organización social y es un permanente riesgo para las civilizaciones enteras.
Un antiguo proverbio dice que “Aquel a quien los dioses quieren destruir, primero lo vuelven loco”. Basta echar una mirada alrededor para saber que la Hybris es una enfermedad vigente.