El 12 de febrero ocurrió un hecho que pasará a la historia. La noche del pasado miércoles en Palacio Nacional ocurrió un encuentro que hace un año se veía difícil concretarse: Un grupo selecto de empresarios se reunión con el presidente Andrés Manuel López Obrador; el mismo a quien en su momento, la cúpula empresarial llegó a definir como alguien carente de confianza.
Al encuentro asistieron empresarios de diferentes sectores. Ahí estuvieron Olegario Vázquez Aldir de Grupos Ángeles; Carlos Slim, de Grupo Carso; Emilio Azcárraga Jean de Grupo Televisa; Bosco de la Vega, del Consejo Nacional Agropecuario; Daniel Servitje (de Bimbo); y Antonio del Valle, del Consejo Mexicano de Negocios.
También se dieron cita Alejandro Ramírez de Cinepolis; Vicente Yáñez, líder de las tiendas de autoservicio; Calos Peralta, de Grupo IUSA, Francisco Cervantes Díaz (de CONCAMIN), Carlos Salazar Lomelín (del Consejo Coordinador Empresarial), Manuel López Campos (de CONCANACO); entre otros.
Sin embargo, el encuentro como tal no es el hecho que pasará a la historia. Total, dichos empresarios ya se han reunido con el jefe del Ejecutivo en varias ocasiones durante los últimos meses.
La trascendencia del caso es la omisión a la invitación. Al encuentro asistieron 75 de 100 empresarios invitados. Es decir, una cuarta parte de los convocados no atendieron el llamado del mismo Presidente de la República: Ya sea por cuestiones personales; agenda de actividades o por decisión de no acudir. Como sea, fueron convocados cuya ausencia habló por si sola, tal vez más que la voz de quienes sí asistieron.
Si bien al encuentro asistieron líderes de cúpulas empresariales, lo cierto es que no todos fueron. Hubo un líder de un organismo de la iniciativa privada que no acudió en protesta por la decisión del gobierno federal en favorecer a la planta productiva extranjera por encima de la mexicana. El empresario no está de acuerdo en que las autoridades mexicanas quieran destinar lo recaudado con la rifa del avión presidencial para comprar insumos y medicinas con empresas en el extranjero.
De concretarse dicha decisión, argumenta el empresario ausente, se dejarán de crear empleos en México, lo que mermará, aún más, la débil actividad económica del país.
Es cierto, la ausencia o permanecer callado sí expresa. Y el 12 de febrero se escuchó el silencio del sector industrial en Palacio Nacional.