Por Diego Calleti
El día 15 de febrero el virus COVID-19 (nombre oficial asignado al coronavirus por parte de la Organización Mundial de la Salud) cobró su primera vida en el continente europeo. La víctima fue un ciudadano chino, proveniente de la provincia de Hubei, que murió en Paris de una infección pulmonar causada por el virus.
Desde entonces, el virus se ha expandido velozmente y, a causa de un descuido en Italia, la prospectiva de una epidemia en Europa comienza a asentarse. Al día de hoy, 03 de marzo, el Centro Europeo de Prevención y Control de Enfermedades (ECDC) reporta más dos mil 700 casos confirmados y 22 muertes en el llamado Viejo Continente, de los cuales dos mil 036 infectados y 52 decesos se reportan en Italia.
¿Representa el virus una amenaza para el continente de Europa? ¿Cuál es la respuesta y el sentimiento en el continente?
Hay que recordar que el continente europeo no sigue la tradicional definición de un continente, ya que no está delineado por un océano. Incluso, se puede argumentar que la separación de los continentes es principalmente cultural y política, y que el verdadero continente es Eurasia. Esto pone a Europa en una situación muy vulnerable en cuestión de contención del virus y sobre todo por la falta de fronteras dentro de la zona de libre movimiento.
Sin embargo, el peligro más grande lo presentan los aeropuertos y el comercio internacional. Una visita a Schiphol, el muy transitado aeropuerto de Ámsterdam, confirma este sentimiento. Muchos viajeros optan por usar cubre bocas, especialmente los grandes grupos de visitantes chinos. Mientras tanto, en el norte de Europa no se ven tantas máscaras dentro de las ciudades y el transporte público funciona de manera regular, lo cual muestra que el virus todavía no afecta la vida diaria ni representa una amenaza constante para los ciudadanos europeos.
Por consiguiente, el ECDC considera que el riesgo de contraer el virus para personas dentro del Espacio Económico Europeo y Gran Bretaña es de bajo a moderado, ya que todos los casos tienen un vínculo epidemiológico establecido y que medidas de contención han sido introducidas en Italia para frenar el virus. Asimismo, el organismo considera que la ocurrencia de brotes como el de Italia en otros países en la Unión Europea sería de moderada a alta, especialmente considerando la rápida transmisión del virus y las similitudes con una gripe normal. Sin embargo, la evaluación de riesgos para el sector de salud en el continente, considerando la temporada de gripe, es de baja a moderada.
El efecto más perceptible del virus en Europa es de una naturaleza social, afectando a los ciudadanos de etnia China que habitan en las principales ciudades del continente. En Francia, varios ciudadanos han recurrido al hashtag #JeNeSuisPasUnVirus (Yo no soy un virus) para denunciar casos de racismo en el transporte público y las redes sociales. Adicionalmente, la portada de un periódico francés mostrando una mujer china con un cubre bocas bajo el título de “Alerta Amarilla”, causó indignación en las redes sociales. Casos como este muestran como las catástrofes naturales fomentan miedo y discriminación, así como el papel fundamental que juegan los medios para contener el avance de desinformación y no fomentar un discurso de odio. Viene a la memoria la epidemia del virus ébola en 2014, cuando el rechazo a la diáspora africana fue creciendo a medida que los medios fueron asociando el virus con el color de la piel, de la misma manera que lo hizo el periódico francés.
Sólo el tiempo dirá si las medidas de contención son efectivas y sí los mismos no son afectados por la vulnerabilidad geográfica de Europa. Varios sectores deben permanecer alertas al desarrollo del virus y la contención del mismo, especialmente hasta que pase la temporada de gripe. La responsabilidad también cae sobre los ciudadanos. Nada le gana a un buen gel desinfectante y prevención ante los primeros síntomas de gripe. Sobre todo, el desafío es para la sociedad y los medios; contener el avance del virus, de la desinformación y del miedo son labores mutuamente dependientes.