EDITORIAL

El fallo del 26 de febrero que emitió el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación respecto a temas internos de MORENA no se limitó a cambios en el organigrama del partido guinda.

La resolución de la autoridad electoral constituyó un golpe certero al Estado de Derecho, no sólo en materia electoral, sino en los diferentes rubros del país. Los propios responsables del congreso del 26 de enero sabían que violaron los estatutos del país y, por lo tanto, pronosticaban, que no les favorecería el fallo del Tribunal. Ni ellos esperaban una resolución a su favor. Pero la “sorpresa” se dio. La maquinaria política lo logró.

Una semana previa al fallo, se filtró un borrador de lo que significaría el fallo del árbitro electoral: La resolución avalaría la designación de Alfonso Ramírez Cuéllar al frente de MORENA, con todo y las flagrantes violaciones a los estatutos del partido.

A pesar de que la entonces secretaria general de MORENA con funciones de presidenta, Yeidckol Polevnsky, expuso al propio presidente de la Sala Superior del Tribunal, Felipe Fuentes Barrera, la serie de atropellos que enmarcaron la designación de Ramírez Cuéllar, el magistrado reconoció que el factor político estaba pesando más que el legal, pues entre sus compañeros había la impresión de que al presidente de la República Andrés Manuel López Obrador, le interesaba el aval de Ramírez Cuéllar al frente de MORENA, algo totalmente fuera de la realidad.

Los hechos hablan. Los promotores de dicha designación arbitraria son los mismo que promueven la propuesta de aplicar nuevos impuestos (como la del reinstalación de la tenencia que pide Ramírez Cuellar), el desaire a la propuesta de López Obrador que sea a través de encuestas como se elija al nuevo dirigente morenista y el deseo de echar abajo la renuncia al 75 por ciento de las partida de MORENA que impulsó Polevnsky, en línea con la propuesta que López Obrador que ofreció en calidad de candidato presidencial. Es claro, posiciones contrarias a las que impulsa el fundador del partido.

Y sino es suficiente lo anterior, cabe mencionar que fue la propia Berta Luján, promotora del congreso ilegal del 26 de enero pasado, fue quien pidió suspender la afiliación de López Obrador del partido, ¡El mismo que él fundó! Son patadas al pesebre.

Es claro, por absurdo que parezca, López Obrador se queda relegado en el partido que él creó. Ahora, será clave el cierre de filas de los auténticos morenistas para rescatar el partido de quienes, parece, quieren liquidarlo.