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Por Maricela Palacio García

Los cuerpos de las personas que fallecen por COVID-19 son considerados potencialmente infecciosos, ya que todavía pueden transmitir la enfermedad, por lo que el ISSSTE recomendó inhumarlos o incinerarlos en el menor tiempo posible.

El responsable de Programas de Atención Especial de la Subdirección de Prevención y Protección a la Salud, Miguel Ángel Nakamura López, señaló que los cadáveres no podrán ser embalsamados o manipulados directamente en las funerarias.

La recomendación para los familiares, sin ser una medida coercitiva, es que “los cadáveres de las víctimas de COVID-19 sean incinerados los más pronto posible y no haya velación”.

Destacó que, los cuerpos de las personas fallecidas por el coronavirus emergente son considerados potencialmente infecciosos, ya que todavía tienen secreciones que pudieran contener partículas virales y transmitir la enfermedad, por eso se debe disponer de ellos de manera adecuada e inmediata.

El Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE), cuenta con una Guía Sectorial Operativa para el Manejo de Cadáveres de Casos de COVID-19 (Enfermedad por SARS-CoV-2) en sus unidades hospitalarias, para proteger a los familiares, a los trabajadores de salud y a todo el personal responsable de la disposición de los cuerpos.

Tras confirmarse el fallecimiento por COVID-19, se debe introducir el cuerpo lo más pronto posible en una bolsa especial impermeable que será cerrada y sellada; no podrá ser abierta bajo ninguna circunstancia, sin importar si se decide inhumar o incinerar al cadáver.

Si por razones de creencias o religión los familiares deciden el depósito en criptas o el entierro, podrán hacerlo, siempre y cuando el cuerpo permanezca como se entregó en la bolsa sellada desde el hospital, se introduzca en el ataúd y esté cerrado hasta su último destino, con el mínimo de personas respetando la sana distancia.