El neoliberalismo en México se instauró a partir del gobierno de Miguel de la Madrid (1982-1988). El desprestigio de los excesos de los gobiernos priístas en el periodo de 1964 a 1982, la descomposición del sistema político corporativo y la reconfiguración de una nueva elite política formada en Estados Unidos bajo la premisa de unificar el poder político y el económico, condujo a que se abandonara la línea nacionalista emanada de la Revolución Mexicana y se adoptara una política de carácter neoliberal basada en las privatizaciones y el desmantelamiento del Estado Mixto y de Bienestar.
Carlos Salinas de Gortari fue Secretario de Programación y Presupuesto en el gobierno de De la Madrid donde fungió como arquitecto del neoliberalismo, siendo Presidente (1988-1994) fue su ejecutor y en los sexenios subsecuentes ha sido su ideólogo y operador político encubierto.
El proceso de privatizaciones en México tuvo cuatro etapas: en la inicial, de 1984 a 1988, se realizó la privatización de varias empresas de diversa índole y actividad; en la segunda, de 1988 a 1999, se realizó la privatización a fondo de varios sectores, como los de siderurgia, banca y teléfonos; en la tercera, de 1995 a 2000, se profundizó aún más el proceso y se realizaron cambios constitucionales para vender los ferrocarriles y la comunicación vía satélite. (Sacristán Roy). En la cuarta etapa entre 2000 y 2012 lograron privatizar la industria energética.
Pasaron a manos privadas nacionales o extranjeras, entre otras: bancos, industria azucarera, industria siderúrgica, fertilizantes, teléfonos, ferrocarriles, aeropuertos, líneas aéreas, petroquímica, petróleo, electricidad, grandes extensiones de tierras ejidales, playas.
Las políticas neoliberales se consolidaron con Carlos Salinas, quien adoptó las medidas del “Consenso de Washington de 1989”, que significaron recomendaciones de política económica formuladas por el economista inglés John Williamson e implementadas por el Fondo Monetario Internacional (FMI), por el Banco Mundial y por el Tesoro de Estados Unidos.
El “Consenso” implicaba además de privatizar los recursos naturales de la Nación y las industrias estatales, liberar la inversión extranjera directa y el comercio. Con ello, el fetiche que debían de lograr los países en vías de desarrollo para supuestamente trascender las recurrentes crisis económicas, era priorizar la acumulación de riqueza en aras del indicador del crecimiento económico. Así, el crecimiento económico ha sido “el dogma” base del neoliberalismo y su cimiento ideológico.
Sin embargo, no se consiguió en general el crecimiento económico (algunos académicos llaman a la década de los noventa, “la década pérdida”), en México aumentó la desigualdad, se desmanteló el Estado de bienestar y el sistema de seguridad social, con la consiguiente ausencia de progresos sociales. Se presentó un notorio deterioro de los derechos humanos y fue escalando hasta límites inimaginables la degradación de la vida pública con el auge de la corrupción y la impunidad. La extrema pobreza y la pobreza aumentaron en todas mediciones.
Con los resultados electorales de 2018, se abrió la posibilidad de un cambio en los paradigmas económicos bajo los cuales se ha gobernado nuestro país los últimos 37 años. A la definición de un proceso histórico para una nueva etapa en la vida nacional se le ha denominado la 4ª Transformación.
La pandemia ha puesto sobre la mesa no solo en México sino en todo el mundo el evidente agotamiento del neoliberalismo. Ante esta oportunidad histórica, sin subestimar los obstáculos internos que desde la derecha se ha puesto a las intenciones colectivas de cambio, cobra mayor dimensión que desde nuestro país se esbocen nuevos caminos para soñar con un mundo diferente. Caminos anclados en la realidad, y en la claridad de lo que ya no se quiere.
La nueva política económica en tiempos del coronavirus.
En este contexto se circunscriben los documentos presentados por el Presidente de México, tanto el 3 de mayo Lecciones de la pandemia, y recién, el 15 de mayo, La nueva política económica en los tiempos del coronavirus, que es objeto de las presentes líneas.
Retomando los orígenes del neoliberalismo en México, en La nueva política nos confirma Andrés Manuel López Obrador sobre el sexenio de Carlos Salinas de Gortari: “En ese tiempo fue cuando más se acumuló riqueza en pocas manos y la economía creció a una tasa promedio anual de 4 por ciento, como en ningún gobierno de 1983 a la fecha. Recuerdo que, en julio de 1988, éramos el lugar 26 entre los países del mundo con más multimillonarios; en 1994 México escaló el cuarto sitio, solo por debajo de Estados Unidos, Japón y Alemania.”
El famoso crecimiento solo significó riqueza abundante pero concentrada en unas cuantas manos y en contraparte la exclusión de los derechos básicos para millones de mexicanos que engordaron solo los índices de desigualdad.
“Desde los centros de poder económico y financieros del planeta se definieron parámetros para evaluar a su manera y conveniencia el progreso de las naciones. En esa lógica, se desplazó del vocabulario económico el concepto desarrollo y se fue implantando como termino básico el del crecimiento. Lo más importante era el dato del llamado Producto Interno Bruto, el famoso PIB. Como es lógico, este nivel de simplicidad obedecía al criterio dominante de hacer riqueza sin importar la forma en que ésta se acumulara y distribuyera entre las personas y en los sectores sociales.” Refiere AMLO.
Por tanto, continua el Presidente: “El COVID-19 no es la causa principal de la recesión económica global. La pandemia solo vino a precipitar, en medio de un tremendo agotamiento, el derrumbe del modelo neoliberal en el mundo.” El mismo razonamiento ha realizado el economista Claudio Katz: “El demoledor impacto económico de la pandemia está a la vista, pero el coronavirus no generó esa eclosión. Sólo detonó tensiones previas de las finanzas y la producción.”
Ante el demoledor panorama económico y la discusión que habrá de presentarse en México y el mundo sobre ¿Qué modelo? y ¿Qué sistema? después de la crisis actual, la 4ª T a través de los documentos que ha presentado el Presidente, y desde otras miradas como es Nueva Zelanda, que también ha comenzado a cuestionar las fórmulas vigentes, y el simplismo de acumular riqueza (medido por el PIB sin ubicar los alcances de su distribución). Así, Nueva Zelanda ha dicho que esta semana que ese país deja de lado el PIB como indicador de medida del desarrollo nacional y adopta el Bienestar para tal fin. Esta nueva forma de medir el desarrollo económico prioriza la mejora en la calidad de vida frente a los indicadores económicos.
Viejos caminos conducirán a viejos destinos. Desde nuestro país se propone la construcción de alternativa. Su génesis son cinco elementos básicos que ha integrado AMLO y que se instrumentan desde la política pública de la 4ª T: democracia, justicia, honestidad, austeridad y bienestar.
En esta etapa de la pandemia el documento La nueva política económica en los tiempos del coronavirus, destaca que en México ya se llevan a la práctica los trazos de dichas ideas, y aunque conviene leer por extenso el documento, resumimos aquí algunos:
- Los programas sociales han sido unos de los factores que explican el éxito en la reducción de la movilidad y las medidas de confinamiento adoptadas para mitigar los contagios de COVID-19, millones de beneficiarios de esos programas han podido permanecer en sus viviendas porque disponen de un ingreso que les permite solventar al menos las necesidades más acuciantes.
- Aún con la crisis por la pandemia del COVID-19, la recaudación del 1° de enero al 15 de mayo fue de un billón 597 mil 097 millones de pesos, 4.9% superior en términos reales al mismo periodo del año pasado.
- Se han iniciado denuncias civiles y penales contra 15 grandes corporaciones que en conjunto deben al erario 50 mil millones de pesos.
- La inversión foránea fue de 10 mil 334 millones de dólares; 1.7% superior a la registrada en el mismo trimestre del año pasado.
- La estrategia de combate a la corrupción puede significar ahorros por unos 100 mil millones de pesos adicionales.
- En 2019, el ahorro por evitar la corrupción en la adquisición de bienes a proveedores del gobierno alcanzó la cifra de 200 mil millones de pesos.
Otro elemento central es que en México la pandemia se ha atendido sin autoritarismo. Se ha apelado a la responsabilidad y disciplina del pueblo. Solamente algunos gobernantes locales de signo golpista han aludido unilateralmente a medidas coercitivas o toques de queda virtuales.
En conclusión, ante el neoliberalismo que comienza a cerrar su ciclo a ojos del mundo, desde la 4ª T se plantean abiertamente retos y caminos. Se llama a la reflexión sobre el papel de la familia mexicana como institución de seguridad social en sí misma, y que gracias a ello se ha podido cuidar en nuestras casas a la población más vulnerable frente al virus: la que padece de hipertensión, diabetes, obesidad y otros padecimientos; así como a los adultos mayores.
Un reto mayor, porque implica realmente luchar con cambios que afectarán a monopolios y grandes intereses económicos, será revalorar la educación para la salud, en especial la educación en nutrición.
Se abrirá una nueva era, para recuperar desde el Estado- Nación los derechos sociales y su exigibilidad, donde el umbral sea el bienestar y el desarrollo del pueblo y no el crecimiento de la riqueza acumulada en unas cuantas manos.