El modelo neoliberal que en la última década acrecentó las brechas de desigualdad en México y el mundo, ha generado una situación económica precaria para millones de personas en nuestro país y el orbe. Por ello solo una minoría puede “romantizar” la pandemia presumiendo que disfruta casi de unas vacaciones pagadas con piscinas, jardines, selfies y plataformas streaming, para la mayor parte de las familias, la ansiedad, estrés y desesperación de ver diezmada o en definitiva ya perdida su fuente de trabajo, y la consiguiente dificultad de llevar el pan a la mesa, aunado a pensar en la latente situación de contagiarse, ha devenido en la agudización de escenarios de violencia de género en el hogar, propiciados por un sistema patriarcal, machista y violento que irrumpe con mayor virulencia a la sombra del confinamiento físico.

La violencia de género aflora y se multiplica en un contexto donde el miedo, la histeria colectiva y la desinformación inducidas por grupos de poder económico y político durante la pandemia ocupan la agenda pública, y la atención hospitalaria a la emergencia el centro de las miradas.

Como escribe Claudio Katz: “Frente al peligroso alcance de la pandemia se ha instalado un comprensible temor en toda la población. Ese miedo también desata psicosis de peste que socavan la racionalidad de las respuestas. Los medios de comunicación contribuyen a potenciar el pánico, al combinar el ocultamiento de los problemas con el estímulo del terror colectivo”.

El 6 de abril de 2020, Phumzile Mlambo-Ngcuka, Directora Ejecutiva de ONU Mujeres ha presentado un informe:

“El confinamiento aviva la tensión y el estrés generados por preocupaciones relacionadas con la seguridad, la salud y el dinero. Asimismo, refuerza el aislamiento de las mujeres que tienen compañeros violentos, separándolas de las personas y los recursos que mejor pueden ayudarlas. Es la situación perfecta para ejercer un comportamiento controlador y violento en el hogar.

“Incluso antes de que existiera el COVID-19, la violencia doméstica ya era una de las violaciones de los derechos humanos más flagrantes. En los últimos 12 meses, 243 millones de mujeres y niñas (de edades entre 15 y 49 años) de todo el mundo han sufrido violencia sexual o física por parte de un compañero sentimental. Y, con el avance de la pandemia del COVID-19, es probable que esta cifra crezca con múltiples efectos en el bienestar de las mujeres, su salud sexual y reproductiva, su salud mental y su capacidad de liderar la recuperación de nuestras sociedades y economías, y de participar en ella.”

Y presenta los siguientes datos al mes de abril:

“En Argentina, Canadá, Francia, Alemania, España, Reino Unido y los Estados Unidos, las autoridades gubernamentales, las personas que defienden los derechos de las mujeres y aliados de la sociedad civil han señalado un aumento de las denuncias de violencia doméstica durante la crisis y mayor necesidad de protección de emergencia. Las líneas de atención de Singapur y Chipre han registrado un aumento de las llamadas de más del 30%. En Australia, el 40% de quienes trabajan en primera línea comunicó en una encuesta realizada en Nueva Gales del Sur un incremento de las peticiones de ayuda como consecuencia de una escalada en la intensidad de la violencia.”

En el caso de nuestro país, el 30 de abril en el portal de Ciencia UNAM, la Dra. Aimé Vega Montiel, investigadora del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades (CEIICH) de la UNAM presentó algunos planteamientos en el mismo sentido:

  1. Las medidas de confinamiento establecidas por las autoridades sanitarias para frenar la expansión de la pandemia de COVID-19 han aumentado el riesgo de mujeres y niñas de padecer violencia física, sexual, psicológica, económica y feminicida.
  2. La cultura machista, asociada a la inestabilidad económica, que eleva la tensión en los hogares, es lo que aumenta la vulnerabilidad de mujeres y niñas.
  3. Un ejemplo de violencia que se experimenta con más agudeza durante la pandemia es la pobreza. 32 millones de mujeres tienen un ingreso inferior a la línea de pobreza, pero el llamado a quedarse en casa no considera que sus ingresos dependen de su salida al espacio público. Además, 92% de las personas que trabajan en la informalidad en México son mujeres.
  4. Otra manifestación de violencia son los estereotipos de género que asocian solo a las mujeres con el cuidado de enfermos y las labores del hogar.
  5. Se han identificado grupos de población más vulnerables como las mujeres indígenas, las sexoservidoras y las mujeres migrantes.

Sobresalen también los siguientes datos a considerar:

  • Entre el 18 de febrero y el 13 de abril 2020 se registraron 367 feminicidios (Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana).
  • 6% de las mujeres violentadas no denuncian.
  • Antes de la pandemia, las mujeres hacían 2.6 más veces tareas de cuidado que los hombres. Durante el confinamiento, el trabajo de las mujeres aumenta a una doble o triple jornada.
  • 75% de las trabajadoras del hogar no cuentan con prestaciones de ley.
  • Un total de 84% de los poderes judiciales no contemplaron recursos legales para proteger a las mujeres víctimas de violencia durante la pandemia y solo 7 de 32 continúan contemplando el funcionamiento de las órdenes de protección. 15 poderes judiciales suspendieron de manera absoluta las actividades de los Centros de Convivencia Familiar Supervisada sin proporcionar alternativas.

Equis Justicia para las Mujeres, señala que las mujeres han sido poco tomadas en cuenta en el plan de contingencia para hacer frente a la pandemia.

La Red Nacional de Refugios, ha referido que durante la Jornada Nacional de Sana Distancia (en la cual se pide a la población permanecer en casa) las llamadas de auxilio y denuncias por violencia de género han aumentado 60%, y 69 refugios de esta red se encuentran entre el 80% y el 110% de su capacidad.

¿Qué hacer ante esta epidemia de violencia doméstica que crece a la sombra de la pandemia?

Como lo ha referido el Presidente de México en su texto La nueva política económica en los  tiempos del coronavirus (15 de mayo) sobre la etapa post- Coronavirus. “El COVID-19 no es la causa principal de la recesión económica global. La pandemia solo vino a precipitar, en medio de un tremendo agotamiento, el derrumbe del modelo neoliberal en el mundo”.

Asimismo Vega Montiel señala: “La pandemia ha revelado la perversidad y lo destructivo del modelo capitalista, especialmente en su alianza con el patriarcado para poner a las mujeres y a las niñas en el nivel más bajo de la estructura social.”

En el contexto de la pandemia la investigadora por la UNAM sugiere tres medidas:

  1. Un plan integral que ponga en el centro de la respuesta a la emergencia a la pandemia a las mujeres y las niñas y que incluya en el desarrollo de las estrategias a organizaciones feministas, que son las que cuentan con la experiencia para orientar las políticas.
  2. Establecer sistemas de denuncia digital, monitorear a las víctimas y habilitar botones de pánico a través del teléfono celular con aplicaciones desarrolladas para este fin.
  3. La sociedad también puede contribuir a atender la violencia contra las mujeres. La población masculina puede renunciar al poder que ejercen contra las mujeres, asumir su responsabilidad y evitar tener comportamientos violentos. También aliviar la carga del trabajo doméstico asumiendo parte del mismo.

Para la construcción democrática de una nueva normalidad en la etapa de reanudación de actividades, será vital atender este flagelo, que se ha incrementado por las condiciones de la pandemia y que no se debe obviar.

La secretaria de Gobernación de México, Olga Sánchez Cordero, aseveró que en nuestro país aún hay un sistema patriarcal, prevalece el machismo y la violencia contra las mujeres. Desde el gobierno se trabaja en una red interinstitucional para enfrentar las agresiones que las mexicanas sufren en sus hogares, centros de trabajo y en la vía pública, el 26 de mayo la funcionaria presentará un informe detallado sobre la violencia contra las mujeres, en aras que la nueva normalidad contenga políticas concretas.

No más violencia hacia las mujeres.